¿Estoy cambiando?

Estoy en una encrucijada. Normalmente las encrucijadas dan alternativas: puedes dirigirte en varias direcciones, o volver atrás. Sin embargo, en ocasiones, los cruces de caminos son como remolinos. Hace unos meses, dudaba, en una especie de crisis, y muchos me ayudaron a resolver algunas dudas. Otras dudas quedaron latentes, esperando a que me despistara. Pero sólo una de ellas me preocupa en realidad; las otras se aclararán con el tiempo (preocuparse por ello y la carabina de Ambrosio…), porque sé a ciencia cierta que metiendo horas en el tatami y centrándome esas dudas acabarán desapareciendo. Pero esa otra duda… Esa otra duda me preocupa: ¿estoy cambiando? ¿Y quiero cambiar? Sé que la energía no se crea ni se destruye, sino que se transforma. Sé que el agua que se estanca se pudre. Sé… Y sé que ahora no debo ocuparme sólo de mí mismo: doy por hecho que mis alumnos y los padres de los han puesto su confianza en mí.
Entonces, ¿me conviene cambiar? ¿Debería seguir una línea de trabajo concreta? Mis neuronas envían mensajes contradictorios: las que andan bien calientes (mensajeras del corazón) me incitan a seguir como hasta ahora, experimentando, y las frías (las que me dicen “¡eh tú! pon los pies en el suelo”), en cambio, que debo centrarme en algo concreto. Y creo que eso es lo que hay que hacer, o que eso debemos hacer los que enseñamos. Tenemos una gran responsabilidad, sobre todo al principio, y muchas veces, cuando como alumnos hemos a cursos de la ceca a la meca solemos seguir igual. Y al acabar el curso, cuando volvemos al dojo, nos entran pájaros en la cabeza, que empiezan a dar vueltas y a enredar por todos lados.
Hace poco, unos de los que empezamos en Leioa nos reunimos con Javi en Romo. Excepto a Javi y a Sabin, a los demás no les he visto en todos estos años. Hablamos poco de aikido, pero si un poco sobre la situación burocrática actual. Y mientras volvía a casa, me di cuenta de que estaba cambiando y que debo controlar ese cambio. En lenguaje de ciencia ficción, no debo permitir que ese proceso me controle. Debo volver al origen. Y a decir verdad, gracias a Miguel, no será difícil volver al origen espiritual, aún estando tan lejos del origen físico. Me recuerda a Javi en muchos sentidos, aunque son muy distintos. Por supuesto, de momento, por lealtad, Jose Lus seguirá siendo mi profesor en Donosita. Le debo mucho, y las deudas deben ser satisfechas.
En el siguiente capítulo: la asociación, o lo que sea.

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